17 nov 2010

EN BUSCA DE LA ACCIÓN TOTAL: EL ACCIONISMO VIENÉS




   El Accionismo Vienés se desarrolló de manera dogmática y oficial entre 1965 y 1970, pero sus influencias pueden ser rastreadas hasta nuestros días.
Centrado en Viena y protagonizado por un núcleo numeroso de artistas preferentemente austriacos, se puede destacar la obra de Günter Brus, Otto Mühl, Rudolf Schwarzkogler y Herman Nitsch.
Detrás del happening, la performance y el fluxus este movimiento se nos desvela como la línea más cruenta del body art y de otros movimientos corporales que les eran contemporáneos en EEUU, Italia, Alemania y Francia.
 Lo que les distingue es su carácter violento y agresivo, en particular,en el uso del propio del cuerpo a través del cual planteaban la negación absoluta de la estética, el artista y del arte mismo.
Su lema era el de "redimir y liberar". Con él, en palabras de Solans, «el Accionismo supuso un feroz ataque a la sociedad burguesa y especialmente a la Viena de postguerra, con todas sus secuelas monárquicas y militares, desde planteamientos psicológicos –el arte como terapia y liberación de las represiones sexuales, fanáticas y agresivas– y revolucionarias –el arte como política, es decir, como transformación del mundo, dentro del contexto ideológico de las revoluciones de mayo del 68, que conmocionaron Europa y Norteamérica».

   

Sus acciones consistían en la exploración de las zonas prohibidas del cuerpo, la mente y el arte.
Este autodenominado «anti-arte», al ser entendido como pura acción, pretendía romper definitivamente con el arte como contemplación y/o reflexión, es decir, el fin definitivo de la palabra.
Con ellos el campo de la acción será «el ser vivo» psíquico y físico.
El soporte: el propio cuerpo, éste como la renuncia total a la mercantilización.
Los materiales: toda sustancia orgánica que se halle en el mundo,incluidas, y sobre todo, aquellas que provengan del propio cuerpo humano.
   De esta manera el autocastigo del artista haría posible entrar en la dimensión de un arte terapéutico mediante la explicitación de las líneas inconscientes que habrían sido reprimidas por la cultura. Su objetivo sería el de hacer visible lo invisible.
Así, el dolor producido, como en un ritual, tendría en último término un sentido liberador, catártico, purificante y nihilista.
Se presentaría como una crítica a la religión, la moral y la política, manifestada a través de comportamientos sadomasoquistas que buscan la revolución de la identidad en la no-identidad; es decir, a través de la animalidad y del dolor.

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